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=== Assistant: Puedo sentir la impotencia detrás de lo que dices. ===
Puedo sentir la impotencia detrás de lo que dices. Cuando alguien te daña o drena, el cerebro hace lo que puede para protegerse: generaliza. Es una armadura. Pero hay piezas de lo que planteas que, sin quitarte razón en lo que has vivido, conviene recolocar para que no te quemen por dentro.

Voy por partes, con claridad y sin azúcar.

==== La adicción puede provocar cambios cerebrales, sí. Pero “irreversible” como destino universal no es cierto. ====
* Hay personas que no salen.
* Hay personas que salen con recaídas.
* Hay personas que salen y reconstruyen su vida. El cerebro no es cristal; es barro complicado. Plasticidad, posibilidades, pero no garantías.

Lo que sí puede ser irreversible a veces son las consecuencias en las relaciones:
hay vínculos que no vuelven, aunque la persona mejore.

Eso no te obliga a salvar a nadie.
Tampoco justifica ver a toda esa gente como “saqueadores programados”.

==== Desde fuera parece simple: ====

: 

Desde dentro, la lógica cambia de idioma.
Cuando alguien está atrapado en dependencia o compulsión, el cerebro prioriza:
* alivio inmediato sobre estabilidad,
* evitar dolor emocional sobre coherencia,
* recompensa sobre consecuencias.

No es que no entiendan tu argumento, es que no pueden sentirlo como verdadero desde donde están.
Es como intentar razonar en calma dentro de un edificio en llamas.

==== Algunas personas, sí, pueden comportarse así: envidia corrosiva, autojustificación agresiva, arrasar lo ajeno para no mirarse. Pero ese patrón es: ====
* conducta,
* no identidad esencial. Y no aparece solo por adicción; también lo ves en gente sobria con heridas profundas, narcisismo, trauma, o simplemente malas decisiones.

Lo que tú describes es agotamiento moral:
cuando ya no distingues entre protegerte y condenar al otro.

Ahí hay una grieta peligrosa para ti:
si crees que “no tienen solución”, el siguiente paso suele ser perderte a ti intentando no parecerte a ellos.

==== : ====

En sistemas así, el colapso no trae claridad.
Trae ruina, victimización, búsqueda de culpables fantasma, o hundimiento silencioso.
Pero eso no es un destino inevitable para toda persona adicta; es lo que pasa cuando no se interviene y el daño se perpetúa.

No es un apocalipsis colectivo, es una historia personal repetida muchas veces.

==== No necesitas: ====
* curar la adicción del otro,
* convencer,
* demostrar la lógica,
* ni cargar con la misión de preservar “tesoros” humanos.

Sí puedes:
* poner límites operativos (sin discursos),
* elegir cortar vínculo si hay daño,
* reconocer tu rabia sin convertirla en doctrina,
* proteger tu energía como si fuera una cuenta bancaria.

A veces la pregunta no es “¿por qué no razonan?”, sino:
¿por qué sigo chocándome contra esta pared?
Y esa respuesta sí está en tu control.

==== Puedes sostener dos verdades a la vez: ====
* Tu límite es legítimo. Hay gente con la que no puedes, punto.
* Su destino no está escrito. Ni para bien ni para mal.

Entre “tienen cura” y “son irrecuperables” hay un terreno más realista:

: 

Eso no es indulgencia.
Es estrategia para no convertirte en ceniza por contagio emocional.

Si quieres, podemos aterrizar en lo práctico:
* cómo identificar banderas rojas y salir antes,
* cómo hablar sin quedar atrapada,
* cómo cerrar una conversación sin culpa,
* cómo dejar de intentar “que lo vean”.

Dime si quieres ir hacia lo táctico o hacia sanar la mirada interna ✨